Todo comenzó hace un par de años cuando acompañé a Novio a una entrevista de trabajo y decidí esperarlo en el bar que estaba a unas pocas cuadras. Era Tedeatres Pastelería. Cuando salió, vino a buscarme, tomó algo y nos propusimos volver pronto alguna tardecita de sol.
Finalmente, no quedó para ese puesto y, aunque no vivimos tan lejos, nunca pasábamos por ahí. Y fue recién hace dos semanas que decidimos cumplir con lo prometido y merendar en aquella esquina de Saavedra.
El día estaba hermoso; el lugar, súper lleno. Y, no es para menos: no solo el local es muy agradable sino que las opciones ricas enamoran a cualquiera. Elegimos una de las pocas mesitas que quedaban libres, sobre la ventana que da a la enorme vereda y nos sentamos a disfrutar de la experiencia Tedeatres Pastelería.